Hoy se ha comentado hasta por demás la ya tristemente célebre columna del economista Miguel Santillana, sobre las forma de comer del hombre y la mujer. Por tu cuenta y riesgo si aún no lo has leído lo puedes hacer aquí.
Es sabido que el personaje este, es un férrero defensor de las mineras en el país, y como todo fanático acude al desprestigio cuando ya no tiene argumentos para sustentar sus “ideas”
En esta redacción nos place encontrar varios tipos de pensamiento y de modos de ver la vida, y por eso encuentras que nuestra labor periodística va por el lado de fiscalizar a los políticos, a todos sin excepción, y de poner temas en agenda que por ciertas concentraciones o dictados desde la sombra, no se tocan. Particularmente, quien escribe, no tiene predilección por alguna corriente política, puedes comprobarlo aquí.
Por eso es que a modo personal quisiera comentar algunas aseveraciones de Santillana en su columna “Género y comida” (al parecer las mineras le exprimen tanto el cerebro para que las defienda que no le quedó otra que dejar relucir su lado más burdo)
El hombre goza más con la comida, no tiene peros al momento de ordenar. Las carnes (no solo la humana) son su debilidad. Las mujeres están preocupadas por cuidarse, cuentan las calorías y van por las ensaladas, el pescado, la pechuga a la plancha.
Aquí hay una cosa más grave que la otra, puesto que se desprende de un comentario supuestamente “gracioso” una de las formas de violencia contra la mujer que tanto está enrraigado en nuestra sociedad que pasa como si fuera normal: “Las carnes (no solo la humana) son su debilidad” el hombre es bruto, y únicamente persigue comerse a una mujer, para serlo. Pues habrán muchos, pero no son todos estimado Miguel, y habemos muchos hombres que sí tenemos peros para ordenar, y va por cuestiones de gusto, de salud, de costumbre, generalizar, así como te encanta con el tema minero, que todos los que estamos en contra de alguna manera, somos terrucos antimineros demuestra totalmente tu falta, no solo de criterio, sino de argumentos.
Los estilos de vida y los patrones que nos impone la sociedad tienen que ver con nuestra selección. Pero también el cableado de nuestros cerebros y la carga hormonal. Para el hombre, la alimentación es combustible para trabajar y producir para la familia. Para la mujer, la alimentación debe ser lo suficiente para no enfermarse, cumplir su rol de madre, esposa, profesional; y seguir siendo bellas para su pareja.
Seguimos con la misoginia, el hombre necesita combustible para trabajar y producir para la familia, sin eso no se es hombre, ojo hombres solteros, o solitarios. La mujer solo puede ser tal si es, y en ese orden: saludable, madre, esposa, profesional (¡al menos lo acepta!) y seguir siendo bellas. Ya lo saben, sino cumplen estas metas, para Santillana, ustedes no están siendo bien mujeres ¡Y por favor ni se les ocurra ser feas!
Es que finalmente no hemos cambiado en 10 mil años de homo sapiens a pesar de la sofisticación de la cultura y nuestros avances tecnológicos. Los hombres seguimos siendo los cazadores (por ello nuestro mejor sistema de orientación) y la mujer nos “espera en la cueva” criando a nuestros hijos.
Bueno, habría que decirle a Santillana que estamos en el siglo 21. Y que pese a no estar en el primer mundo, hemos llegado a niveles de desarrollo social propios de este siglo, y no como en el que él vive, en la pre historia. Miguel, a pesar de haber pasado 10 mil años tu cerebro es el que no ha cambiado nada. Vuelve a tu cueva nomás.
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Autor: Willie Vásquez (el paki)
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