Chavín de Huántar, 18 años después I
(Algunas extractos del reportaje «Operación Chavín de Huantar» del programa Punto Final)
En un periódico del año ’96, en uno de los avisos económicos se publicó un cartel donde ofrecían una ambulancia con un costo de alrededor de $13 000.00 (trece mil dorales americanos). Ese mismo día, tres individuos fueron a comprar aquella ambulancia pagando en efectivo y coordinaron con los vendedores que luego harían la transferencia. Ellos se fueron en la misma ambulancia, esa misma con la que empezó toda la historia de la toma de la embajada de aquel 17 de diciembre.
17 de diciembre de 1996
Residencia del embajador de Japón, San Isidro, ocho de la noche aproximadamente. De la ambulancia bajaron los 14 miembros del MRTA comandados por Néstor Carpa, luego de un enfrentamiento contra la policía y contra la seguridad privada de la residencia del embajador japonés, lograron reducirlos y tomar como rehenes alrededor de los 600 invitados (entre legisladores, militares, congresistas, etc.) que estaban en esa reunión.

Esa misma noche, se realizó una inusitada conferencia de prensa, donde se vislumbraba un Cerpa con aires de victoria.
Revolucionarios pagados y forzados
El exjefe de la Policía Antiterrorista y exrehén, el General Máximo Rivera, aseguró:
“Habían muchachos de 15 años, 16 años, 17 años, 18 años. A muchos de ellos le habían dicho que iban a hacer un operativo, que les iban a pagar y que iba a durar un día. Se los habían traido de su tierra, no conocían Lima.”
El excanciller Francisco Tudela, contó que la camarada Giovanna Vila (a) Melissa lloraba por las noches y que además era compañera forzada del emerretista. Ella tenía 15 años aproximadamente, debido a sus apariciones en los medios de televisión, su madre la reconoció y vino a Lima para interceder por ella, conversar con la Cruz Roja para que ellos se comuniquen con ella y le entreguen una carta escrita donde le pedía.
“Querida y estimada hija Giovanna Vila, vuelve a la casa, por amor a Dios.”
Primeras medidas
Luego de evaluaciones por parte del Servicio Nacional de Inteligencia (SIN), se determinó que la mejor forma de solucionar la crisis del secuestro masivo era el rescate. Para ello, se decidió, al más alto nivel, la excavación de un túnel para que comandos especializados lleguen sin ser detectados a los exteriores de la residencia.
En el perímetro, se colocó un gran parlante con bocinas inmensas y música ensordecedora, con el fin de disimular las construcciones subterráneas. Engranado a eso, estaba la labor del SIN. (En ese tiempo se le daba los atributos al Servicio de Inteligencia, años después se supo que fue planeado por la Dirección Contra el Terrorismo – DIRCOTE).
Para que los terroristas no se enteren del plan, y con el fin de no provocar filtraciones, se les puso diferentes denominaciones a todo. A los micrófonos que infiltraban para oír lo que pasaba dentro de la casa se le denominaron “bichos”, a la misma residencia del embajador japonés se le llamó “estadio”, a las casas de seguridad donde operaban los equipos de escuchas se les denominó “bomboneras” y se asignó con nombres de entrenadores de fútbol a los jefe operativos, con nombres de futbolistas a los oficiales y suboficiales y con nombres de voleibolistas al personal femenino.
Una vez instalado todo, con quien se tuvo más contacto fue con Luis Giampietri (a) Mar (exrehén), era quien mantenía informado de lo que pasaba afuera a los rehenes e informaba afuera lo que hacían los subversivos. Esta fue una de sus primeras comunicaciones.
“Afuera comienza la famosa música que es una locura para nosotros (el himno el MRTA), entonces dijimos, mañana si nos están escuchando, pongan como primera música, La Cucaracha”.

Foto: El Comercio
Y si, si pusieron La Cucaracha. 😉
Realización
A estas alturas y bajo las órdenes del General Augusto Jaime Patiño, el entonces Coronel José William Zapata, ya había diseñado el plan de operaciones “Nipón 96”. Este oficial tuvo a su mando al grupo que realizaría la intervención, sólo había que esperar el momento oportuno.
Una hora antes del inicio de la liberación de los rehenes, se reunieron y dijeron.
“El comando tiene como mística dar antes que recibir, en esta oportunidad hemos jurado dar la vida a cambio de la liberación de los rehenes.”
Para ese entonces, la DIRCOTE ya estaba bien comunicada con los rehenes, uno de los encargados fue MAR, y esto fue parte de lo que relataba que sucedía.
“Este es MAR y estoy listo para cuando me orden abrir la puerta. Cambio.”
“Solamente en el segundo piso hay un LECHÓN. El CHANCHO y los tres CHANCHITOS están abajo, todavía no han comenzado el fútbol, pero se supone que lo harán dentro de algún momento, confirmo esta información. Son 14:49.”
“15:00 horas, se han iniciado el partido. Voy a certificar exactamente quiénes son los que están involucrados, Cerpa está jugando, Tito está jugando.”
“Este es MAR, 15:10. Arriba uno solo, uno solo en el pasadizo, por ahora. Abajo, 13. Cambio.”
“Ocho de ellos jugando fútbol, indicar si puedo ya comenzar a hacer los preparativos para la gente, para mandarlos a sus camarotes y no estén circulando por el pasadizo.”
“Este es MAR, ya estoy listo para cuando me ordenen abrir la puerta. Cambio.”
“Son 15:14, preparo la puerta… ¡Suerte!”
En ese momento se registra la primera explosión donde comienzan a ingresar las fuerzas armadas a la residencia, se producen diversas detonaciones y tiroteos por parte de los subversivos del MRTA.
Esa tarde del 22 de abril, junto a los comandos de la patrulla, un extraño destacamento por agentes del SIN, ingresaron por los túneles a la residencia. Estos personajes que ingresaron encapuchados recibieron el nombre de “Gallinazos”. No participaron en el combate, aunque estuvieron en los alrededores del rescate. Se infiltraron en la misma para hacer labores distintas a la de los comandos de élite. Ellos habrían empañado un operativo exitoso realizado por comandos que ofrecieron sus vidas para rescatar a los que estaban bajo las manos de los terroristas.
Estos gallinazos estaban bajo las órdenes de los coroneles Roberto Huamán Ascurra y Jesús Samudio Aliaga. Ambos hombres de confianza de Vladimiro Montesinos.
Victoria empañada
40 minutos después de haberse iniciado, «Chavín de Huantar» fue la operación de rescate más exitosa de la historia. Pese a que el Comandante Juan Valer, el Teniente Raúl Jiménez y el juez de la Corte Suprema Carlos Justi murieron durante el rescate.
71 rehenes libres y 14 emerretistas muertos. Sus cadáveres no fueron llevados al Instituto de Medicina Forense para la autopsia de ley, sino a la morgue del Hospital de la Policía. Allí, los médicos de la Policía Nacional denunciaron que les hicieron firmar necropsias en las que no intervinieron, aseguraron que les habían dicho que eran órdenes del Presidente de la República.
Mañana, la segunda parte de este relato.
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Autor: Cesar Augusto